La creciente amenaza del fraude dirigido a los ancianos ha alcanzado cifras alarmantes en los últimos años, causando pérdidas financieras significativas y un impacto emocional devastador en las víctimas. En 2024, los estadounidenses mayores de 60 años reportaron casi 4.9 mil millones de dólares en pérdidas debido a estafas en línea, lo que representa un aumento del 43% respecto al año anterior y un incremento de cinco veces desde 2020. El promedio de pérdida por fraude en este grupo etario asciende a 83,000 dólares, en comparación con 19,000 dólares en todos los demás grupos de edad.
Detrás de estos números se encuentran familias enteras cuyos ahorros y seguridad financiera se han visto comprometidos tras momentos de confianza mal colocada. Los fraudes dirigidos a personas mayores son un problema que exige atención y una respuesta colectiva. No basta con emitir advertencias vagas; la protección efectiva requiere la combinación de una comunicación constante entre familiares, controles técnicos eficientes y un plan de respuesta claro en caso de que algo salga mal.
Con la llegada de octubre, mes de la Conciencia sobre la Ciberseguridad, es un buen momento para evaluar las acciones que se pueden tomar para proteger a nuestros padres y abuelos de las estafas. Los estafadores, al ser operadores racionales, buscan el beneficio económico y la facilidad en su labor, eligiendo a los ancianos como blancos atractivos por diversas razones: suelen tener ahorros, son más susceptibles a la autoridad, pueden enfrentar soledad y, además, suelen tener dificultades con la tecnología.
Entre las estrategias más comunes utilizadas por los estafadores se encuentran las estafas de phishing, el fraude de soporte técnico, las estafas románticas y los engaños que imitan a familiares en problemas urgentes. Las tácticas empleadas innundan el entorno digital y pueden explotar la vulnerabilidad emocional de sus víctimas.
Para prevenir estas situaciones, es esencial fomentar una comunicación abierta y sin vergüenza sobre los riesgos. Hablar sobre cómo los estafadores manipulan las emociones y compartir experiencias, como el intento de un amigo de enviar dinero tras ser engañado por una falsa llamada, puede ayudar a establecer normas familiares para la verificación de solicitudes de dinero.
Además, es fundamental implementar medidas básicas de seguridad cibernética, como el uso de contraseñas fuertes, la activación de la autenticación de dos factores y la instalación de software de seguridad en todos los dispositivos. Es recomendable revisar estos pasos junto a los ancianos y dejar instrucciones claras para su seguimiento.
En el caso de que se produzca una estafa, la rapidez es esencial. Congelar transferencias, documentar todos los detalles y reportar la situación a las autoridades pertinentes son pasos indispensables para intentar recuperar fondos y detener el robo de información.
En línea con esto, se sugiere considerar servicios de monitoreo de identidad que alerten sobre cualquier actividad sospechosa relacionada con el número de seguro social o credenciales de inicio de sesión que puedan aparecer en la dark web. Mantener una rutina de revisión de transacciones bancarias y ajustes de seguridad es esencial para protegerse frente a estos fraudes en aumento.
La realidad es que las estafas dirigidas a personas mayores están en aumento en frecuencia y sofisticación. Sin embargo, las familias que combinan una comunicación abierta con métodos de protección técnica y conductual pueden reducir significativamente este riesgo. Implementar estas protecciones no solo dificultará que los delincuentes accedan a los ahorros de nuestros seres queridos, sino que también ofrecerá un espacio de confianza y seguridad en el que cada uno de ellos pueda sentirse respaldado.
Fuente: WeLiveSecurity by eSet.

