Bruselas lanza su plan para verificar la edad en Internet, mientras expertos alertan del riesgo de un sistema de control disfrazado de protección infantil. La educación desde el hogar y la escuela, ausente en la estrategia comunitaria.
Con la publicación de las nuevas directrices del Reglamento de Servicios Digitales (DSA) sobre protección de menores, y el lanzamiento de un sistema europeo de verificación de edad online, la Comisión Europea ha encendido las alarmas en el debate sobre privacidad, vigilancia y el papel de los Estados en la vida digital de los ciudadanos.
Aunque las autoridades presentan estas medidas como una herramienta para proteger a niños y adolescentes de contenidos dañinos, el trasfondo revela algo más inquietante: una arquitectura tecnológica que podría derivar en un mayor control gubernamental del acceso a Internet y una erosión progresiva del anonimato digital, bajo el pretexto de la seguridad infantil.
Un sistema con implicaciones profundas
El plan incluye un “blueprint” para verificar la edad de los usuarios antes de acceder a plataformas o servicios considerados de riesgo. Esta verificación, según Bruselas, será “segura y respetuosa con la privacidad”. Pero el escepticismo es creciente entre organizaciones de derechos digitales, tecnólogos y expertos en educación.
“Cada vez que hay una excusa nueva para intervenir, se normaliza el control”, advierte David Carrero, cofundador de la empresa europea de cloud Stackscale (Grupo Aire). “Verificar la edad de cada usuario abre la puerta a crear identidades digitales obligatorias, rastreables, que los gobiernos —e incluso actores privados— podrían usar para monitorizar hábitos, opiniones, consumos e interacciones. Lo que empieza con los menores, termina aplicándose a todos”.
Carrero subraya que la arquitectura técnica para verificar edades, si no es estrictamente voluntaria y respetuosa con el anonimato, podría derivar en una red menos libre. “Y no debemos olvidar que proteger no es lo mismo que vigilar. La privacidad no puede ser el precio a pagar por la protección.”
Una solución tecnológica a un problema educativo
Desde el ámbito educativo también se cuestiona el enfoque. Antonia González, experta en contenidos digitales y directora del medio Educación 2.0, considera que “la Comisión Europea ha optado por la vía tecnológica para resolver un problema que es esencialmente pedagógico y social”.
“La clave está en formar ciudadanos digitales críticos desde la infancia, no en crear sistemas que decidan por ellos qué pueden o no pueden ver”, afirma. “Los padres y educadores debemos tener un papel central. Pero en vez de invertir en formación, alfabetización digital o acompañamiento emocional, se nos responde con protocolos técnicos”.
González lamenta que el paquete europeo de protección online apenas contemple medidas concretas para implicar a las familias o al sistema educativo. “Si un niño no sabe distinguir entre un contenido manipulador y uno fiable, ni el mejor sistema de verificación lo salvará de los riesgos reales de la red.”
¿Hacia una Internet condicionada por la edad y la identidad?
La implementación del sistema comenzará con pruebas piloto en cinco países —España, Italia, Francia, Dinamarca y Grecia—, con el objetivo de escalar el modelo a toda la Unión en 2026. Aunque se promete que los datos personales estarán protegidos, el modelo aún está en fase de definición, y algunos temen que acabe derivando en la obligación de identificarse para acceder a determinados servicios o webs.
“Hoy es por la edad, mañana será por las opiniones, el lugar de residencia o la actividad política”, advierte Carrero. “Estamos construyendo una red cada vez más cerrada y menos libre. Y esto no lo soluciona la inteligencia artificial ni la verificación biométrica. Lo soluciona la educación y la cultura digital.”
La alternativa: confianza, educación y autonomía
Frente al modelo de control preventivo, González y Carrero coinciden en que la única vía sostenible es una ciudadanía digital formada, consciente y autónoma. “Si enseñamos a los menores desde los 6 o 7 años a identificar peligros, valorar la privacidad y cuestionar lo que ven online, su seguridad será mucho mayor que si les encerramos en jardines digitales con vallas automáticas”, apunta la directora de Educación 2.0.
Para Carrero, la prioridad debería ser reforzar los derechos digitales, no diluirlos en aras de un paternalismo estatal. “Europa debe liderar por el respeto a las libertades, no por imponer filtros automatizados. El mejor filtro sigue siendo una mente crítica.”
¿Y ahora qué?
La Comisión ha anunciado que evaluará los resultados del piloto antes de escalar el sistema a toda la UE. Sin embargo, los expertos reclaman que se abra un debate real y público sobre los límites del control estatal en Internet, y sobre el papel esencial de la educación en esta nueva etapa.
Porque, como resume González: “No queremos una infancia vigilada. Queremos una infancia libre, acompañada y bien educada para navegar por el mundo digital con seguridad y criterio. Eso no se impone. Se enseña.”
Fuente: Noticias Educación y Noticias Redes Sociales