En un mundo cada vez más interconectado, las organizaciones enfrentan serios riesgos financieros y de reputación debido a incidentes de ciberseguridad que pueden paralizar sus operaciones. La constante evolución y la sofisticación de los actores maliciosos son motivos de preocupación. Estos delincuentes, armados con herramientas de inteligencia artificial y servicios preempaquetados, han optimizado sus cadenas de suministro, facilitando su entrada en el mundo del cibercrimen y aumentando así su eficacia en la ejecución de ataques de ingeniería social y explotación de vulnerabilidades.
Mientras tanto, las defensas de las organizaciones se ven comprometidas por la escasez crónica de habilidades y la expansión de las superficies de ataque. La mayoría de los profesionales de TI reconocen que las brechas de seguridad son, hasta cierto punto, inevitables. Sin embargo, la capacidad de reaccionar con la suficiente rapidez para prevenir daños es, para muchos, una batalla perdida. Ante esta situación, la adopción de estrategias de detección y respuesta gestionadas (MDR, por sus siglas en inglés) se ha convertido en una prioridad fundamental para muchos líderes de tecnología.
La revolución digital ha hecho que muchas organizaciones sean más eficientes, mejorando la colaboración y reduciendo el riesgo de errores humanos. Pero esta dependencia de la tecnología también incrementa la exposición a ciberataques. En particular, el ransomware es uno de los ataques más disruptivos; al cifrar datos críticos, los atacantes pueden paralizar las operaciones de una organización de manera efectiva. Aun así, incluso si los cibercriminales no consiguen cifrar todos los datos, el equipo de TI generalmente se verá obligado a desconectar los sistemas para contener la amenaza, lo que puede resultar en un proceso de limpieza y recuperación que se extiende por días o meses.
El impacto del tiempo de inactividad va más allá de la simple pérdida de ingresos; también involucra costos legales y de notificación, así como gastos significativos asociados con la recuperación. En un informe reciente, el 86% de las organizaciones que sufrieron una brecha de datos informaron una interrupción operativa considerable. Un caso destacado es el de Marks & Spencer, que se espera que enfrente pérdidas de hasta 300 millones de libras esterlinas debido a un ataque cibernético que interrumpió sus servicios en línea.
La velocidad de detección, contención y respuesta es crucial en la lucha contra los ciberataques. Un ciclo de brecha más corto significa menos tiempo para que los atacantes causen daños. La calidad de las soluciones de MDR se diferencia no solo por su rapidez, sino también por la oferta de monitoreo 24/7 que asegura que los atacantes sean detenidos, independientemente del momento en que elijan actuar.
Además, la capacidad de búsqueda proactiva de amenazas ayuda a identificar posibles infiltraciones antes de que se conviertan en ataques activos. Los datos obtenidos durante estos procesos pueden no solo ayudar a mitigar el daño inmediato, sino que también informan futuras estrategias de vulnerabilidad y gestión de parches.
A medida que las organizaciones consideran la posibilidad de interrupciones catastróficas, la implementación de un enfoque de ciberseguridad centrado en la prevención se vuelve más relevante que nunca. Las lecciones aprendidas de incidentes pasados sugieren que contar con un equipo de expertos en ciberseguridad y adoptar estrategias que integren la detección y respuesta es fundamental para la continuidad del negocio. En este contexto, invertir en soluciones de MDR no solo es un paso hacia un entorno más seguro, sino un respaldo esencial para garantizar la operación ininterrumpida de las empresas ante el creciente panorama de ciberamenazas.
Fuente: WeLiveSecurity by eSet.